Testimonio 1
Una mujer llevaba entre sus brazos a un niñito y lo estrechaba contra su pecho. El niño gritaba: “Amatxo, hiltzera noa” (“amatxo, voy a morir”), y la madre envolviendo a su hijito… le respondía: “Ez beldurtu ume; biak hilko gara” (“no te asustes hijo, moriremos juntos”). Apenas había terminado de hablar la madre, un avión, descendiendo a veinte metros, los ametralló y los mató.
(Testimonio del gudari Iñaki Rezabal)
Testimonio 2
Los animales muertos, y los pedazos de animales, estaban esparcidos por el suelo, mezclados con los cuerpos humanos.
(testimonio de Mercedes Irala)
Testimonio 3
Me uní a aquellos que estaban trabajando, pero era inútil. Podíamos oír a la gente, bajo los escombros, que nos llamaba y gemían y, trabajábamos tan duro como podíamos. Pero había demasiados escombros sobre ellos y los incendios iban aumentando en tamaño y cada vez se hallaban más cerca. Finalmente, tuvimos que abandonarlos. En ese momento, casi enloquecí.
(Testimonio de Sabin Apraiz)
Testimonio 4
Tropecé con una buena mujer… que no acertaba a decir sino “mi hijo, mi hijo”. Me arrastró a un montón de escombros que había sido su casa. Me puse a trabajar como un loco; a retirar piedras y pesadas vigas de madera. Arañé con mis uñas hasta romperlas… Cuando llegué a tocar la ropa de aquella criatura que no tendría más de tres años, manché mis manos con su sangre aún caliente. Cogí aquel cuerpo destrozado y sin vida y lo levanté hacia su madre.
(Testimonio del gudari Joseba Elosegi)
Testimonio 5
Eran cerca de las ocho. Ya no volverían. No hacía falta. Gernika ya no existía. Con todo el material de primeros auxilios que disponíamos nos dirigimos al centro de la villa para hacer lo posible por ayudar a la gente. Pero incluso caminar era difícil. Todo eran escombros y costaba distinguir las calles. Había fuego por todas partes y las paredes comenzaban a desplomarse. A donde quiera que se mirara solo se veía destrucción... Lo peor eran los gritos de la gente, gente pidiendo ayuda, ayuda para encontrar a sus familiares… ayuda para desenterrar a un familiar o a un conocido sepultado bajo toneladas de escombro.
(Testimonio del gudari Joseba Elosegi)
Testimonio 6
Volví a la villa a la mañana siguiente. Estaba gris y nublada. Algunos de los fuegos ardían y había focos de fuego humeantes en diversos lugares. Fui por la calle San Juan y vi el cuerpo de Felipe Bastarretxea bajo el puente de Errenteria. Estaba tendido boca arriba, cerca de un pequeño bote. Crucé el puente y seguí por la calle San Juan. Cuando llegué cerca de los refugios, pude oír los gritos de las personas que provenían de ellos. Todavía había algunas personas con vida bajo los escombros. Había montañas de material sobre algunos de ellos. Habría sido imposible sacarlos. Preferiría morir que ver ese horror una vez más.
(Testimonio de Francisca Arriaga)